Se afirma que los consumidores de cigarrillos electrónicos tienen casi el doble de probabilidades de sufrir un infarto que los no fumadores.
La tecnología ha tocado cada aspecto de la vida en los últimos años, incluyendo los vicios que pueda tener el ser humano. Millones de personas en el mundo, ante esta premisa, cambiaron su cigarrillo tradicional por el vaping (cigarrillo electrónico).
Muchos, según estudios, pensaban que el cigarrillo electrónico sería más saludable para sus vidas, pues dejaban de lado la nicotina. Sin embargo, ante varias investigaciones científicas en los últimos años, la realidad es otra.
El vaping es tan perjudicial para la salud como el cigarrillo tradicional y uno de los órganos que más sufre ante el insumo de esta alternativa es el corazón.
En una investigación sobre su consumo, realizada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, se descubrió que tanto los fumadores como los ‘vapeadores’ tenían daños en los vasos sanguíneos: signos en la sangre de una mayor inflamación y un mayor riesgo de coágulos.
Los resultados en la revista especializada Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology, publicados en el último trimestre del año pasado indicaron que, en comparación con los vasos sanguíneos de los no fumadores, los de los fumadores de cigarrillos y los usuarios de cigarrillos electrónicos tenían menos capacidad de expandirse.
“En nuestro estudio en humanos, descubrimos que los consumidores crónicos de cigarrillos electrónicos presentaban un deterioro de la función de los vasos sanguíneos, lo que puede suponer un mayor riesgo de padecer cardiopatías”, afirma Matthew Springer. “Los resultados indican que los consumidores crónicos de cigarrillos electrónicos pueden experimentar un riesgo de enfermedad vascular similar al de los fumadores crónicos”.
Es decir, cuando una persona ‘vapea’ entra menor cantidad de oxígeno al corazón y a los pulmones. Y ambos órganos no están diseñados para funcionar con el desafío de la falta de aire puro y eventualmente fallan.
Aunque muchos de los cigarrillos electrónicos no contienen nicotina, a menos que el cliente o el fabricante la pongan, poseen otros materiales tóxicos. Algunos de estos químicos se usan en la industria para fabricar pesticidas, cosméticos y hasta lubricantes de autos. Otros son colorantes y saborizantes industriales.
Pero el problema, según los estudios, es que son químicos hechos para ingerir en pequeñas dosis y no para ‘inhalar’ de forma constante y en exceso.
La Federación Mundial del Corazón recomienda aplicar el principio de precaución y un conjunto de medidas para proteger a las poblaciones vulnerables, prevenir la exposición al tabaquismo pasivo y abordar las afirmaciones engañosas.
ARTICULO COMPLETO EN: DIARIO LAS AMERICAS