El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumió el cargo este domingo, rompió a llorar hoy en su primer discurso ante los miles de brasileños reunidos en Brasilia, cuando habló del aumento de la desigualdad en el país.
"La vuelta del hambre es un crimen, el más grave de todos contra el pueblo brasileño. Es hija de la desigualdad, que es la madre de todos los males que atrasan Brasil", manifestó Lula en el púlpito del Palacio presidencial de Planalto.
El dirigente progresista, de 77 años, se emocionó al citar a las familias que rebuscan comida entre la "basura" y a las que hacen filas en las puertas de las carnicerías para comer las sobras y raspar los huesos.
"Por favor, ayúdenme…", dijo el antiguo dirigente sindical entre lágrimas.
En ese momento, los miles de brasileños congregados en la Plaza de los Tres Poderes cantaron al unísono "Lula, guerrero del pueblo brasileño".
"Asumo el compromiso ante ustedes de combatir día y noche todas las formas de desigualdades en nuestro país, de renta, de género, de raza, en el mercado de trabajo, en la representación política, en la salud, en la educación", enumeró.
Asimismo, denunció que "el 5 % más rico tenga el mismo porcentaje de riqueza" que el 95 % restante del país.
"Nadie será ciudadano de segunda clase", aseveró.
Lula también rindió un homenaje a los seguidores que le acompañaron en vigilia durante los 580 días que estuvo en prisión, entre 2018 y 2019, por condenas por corrupción que luego fueron anuladas por la Corte Suprema.
El líder progresista se refirió a su periodo en prisión como "el momento más difícil de su vida", pero que la investidura de este domingo es uno de los "más felices".
BRASIL:
LULA JURA COMO PRESIDENTE DE BRASIL.
BRASILIA, 1 Ene.- Luiz Inácio Lula da Silva ha jurado este domingo su cargo como 39º presidente de la República de Brasil en la culminación de una ceremonia de investidura que marca el comienzo de su tercer mandato al frente del país con un mensaje de «esperanza y reconstrucción frente a la «devastación» que, asegura, ha dejado tras de sí su ultraderechista predecesor, Jair Bolsonaro.
«Nuestro mensaje a Brasil es uno de esperanza y reconstrucción», ha proclamado Lula durante la ceremonia, en un discurso donde ha lamentado que «el gran edificio de derechos, soberanía y desarrollo que construyó esta Nación ha sido sistemáticamente demolido en los últimos años».
«Es a la reconstrucción de este edificio que vamos a dirigir todos nuestros esfuerzos», ha asegurado Lula tras firmar con un bolígrafo que recibió en 1989 de un asistente a un mitin en el estado de Piauí, con el que ha querido recordar a los residentes de esta población.
El presidente ha agradecido su victoria a la «conciencia política de la sociedad brasileña» y al «frente democrático» formado contra las «violentas amenazas a la libertad de voto» durante los comicios. «La democracia ha sido la gran vencedora», ha manifestado.
-Miles de personas se han comenzado a congregar este domingo en el corazón político de Brasilia para la investidura como presidente brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva, quien asume por tercera vez el poder que ya ejerció durante dos períodos consecutivos, entre 2003 y 2010.
Según las previsiones, la ceremonia oficial comenzará a las 14.30 hora local (17.30 GMT), cuando Lula llegará a uno de los extremos de la Explanada de los Ministerios, avenida en la que se sitúan todos los edificios del poder público y en la que se concentrarán los actos, para los que se espera a unas 300.000 personas.
Hará entonces un recorrido en un vehículo, que si las condiciones del clima lo permiten será un Rolls Royce modelo «Silver Wraith» sin capota de la Presidencia brasileña, en el que estará acompañado por su esposa, Rosângela «Janja» da Silva.
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Sin embargo, es probable que desfile frente a la multitud en un automóvil cerrado, pues hasta ahora el pronóstico para la hora del acto prevé unas fuertes lluvias, típicas de esta época en Brasilia.
El recorrido concluirá en la sede del Parlamento, donde Lula jurará el cargo y pronunciará su primer discurso como presidente frente a todo el poder político nacional y delegaciones de medio centenar de países, que incluirán a una veintena de jefes de Estado y de Gobierno.
Entre ellos, el rey de España y los presidentes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay, así como los de Alemania y Portugal.
Tras ese discurso, se trasladará al vecino Palacio de Planalto, sede de la Presidencia, al que ingresará por una rampa que conduce desde la calle hasta al primer piso del edificio.
Luego se dirigirá la multitud congregada en la Explanada de los Ministerios desde el «parlatorio», una suerte de gran púlpito en la parte exterior del Palacio de Planalto, y firmará los términos de investidura de los 37 ministros que tendrá su Gobierno.
Antes de ese segundo discurso, recibirá en el «parlatorio» la banda presidencial, que no le será entregada por el presidente saliente, Jair Bolsonaro, como manda el protocolo, porque el líder de la ultraderecha, que no aceptó su derrota electoral, viajó a Estados Unidos el pasado viernes.
Según fuentes allegadas al nuevo Gobierno, aunque aún no ha sido confirmado, la idea es que Lula reciba la banda de un pequeño grupo de personas, que simbolizarían en el acto «la diversidad del Brasil democrático».
Las ceremonias oficiales concluirán con una recepción que será ofrecida por Lula a las delegaciones extranjeras en el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, situada a unos quinientos metros de la sede de Gobierno.
En coincidencia con la recepción, comenzará el llamado Festival del Futuro, un concierto que reunirá a medio centenar de artistas populares y cuyo telón se prevé que bajará ya entrada la madrugada del lunes. EFE
EFE
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-El ambiente es hostil en un campamento fuera de un cuartel militar en la ciudad más poblada de Brasil, Sao Paulo, donde el himno nacional de Brasil se repite sin fin y decenas de partidarios del presidente Jair Bolsonaro se arremolinan alrededor. Llevan pancartas en las que se lee: "SOS Fuerzas Armadas", "intervención militar con Bolsonaro en el poder" y "sálvennos del comunismo".
"Bolsonaro [atrajo] grandes multitudes a sus actos [de campaña]. ¿Y luego viene el otro y gana las elecciones? ¿Cómo es eso posible? Es absurdo. Eso fue fraude, ya se ha demostrado", dijo a CNN un simpatizante de edad avanzada del presidente, vestido con pantalón de mezclilla y un polo negro. Ellos, al igual que otros partidarios de Bolsonaro entrevistados por CNN, se negaron a dar sus nombres o a ser fotografiados.
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OTRA: La ultraderecha radical, que desde hace dos meses acampa a las puertas de los cuarteles y exige sin ningún pudor un golpe militar, es desde ya un muy incómodo ruido de fondo en el Brasil que este 1 de enero asumirá Luiz Inácio Lula da Silva.
El movimiento golpista, investigado por la Justicia, irrumpió el día después de las elecciones del 30 de octubre, en las que Lula derrotó al presidente saliente, Jair Bolsonaro, con un estrecho margen de 1.8 puntos porcentuales.
Esos grupos ultras, que nacieron en Brasil junto con la llegada al poder del capitán de la reserva del Ejército, todavía se niegan a reconocer el resultado de las urnas y claman por una “intervención militar” que impida la investidura de Lula.
En ese movimiento se inscriben miles de personas que acampan frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia, a unos cuatro kilómetros del Parlamento, donde Lula jurará este 1 de enero en presencia de todo el poder político nacional y líderes de una veintena de países.
También ese día se espera que unos 300.000 simpatizantes del presidente electo se den cita en la Explanada de los Ministerios, que concentra todos los edificios del poder público y a la que el ingreso estará estrictamente vigilado por todos los cuerpos de seguridad del Estado.
El movimiento golpista ha sido en general pacífico, ha provocado hasta ahora mucho más ruido que nueces, pero algunos episodios de violencia han sensibilizado aún más las alarmas.
El pasado 12 de diciembre, después de que un bolsonarista fue detenido por amenazar a Lula en las redes sociales, esos grupos tomaron las calles de Brasilia en unas protestas que acabaron con una decena de vehículos incendiados.